Cada año por estas fechas escuchamos en los medios de comunicación que se indultan a varios presos. Así, varios internos que se encontraban en nuestros centros penitenciarios cumpliendo condena salen en libertad.
Seguro que la figura del indulto, nunca exenta de polémica, te suena porque es materia de la oposición. Recuerda: art. 4 del Código Penal (tema 1 de Dcho, Penal) y artículo 206 del Reglamento Penitenciario (tema 13 de Dcho. Penitenciario).
Pero, ¿qué es lo que ocurre en Semana Santa?
Con motivo de la Semana Santa, las cofradías penitentes solicitan el indulto para los reos de su entorno que cumplen los requisitos necesarios. Estos indultos también se rigen por la Ley de 18 de junio de 1870: deben ser deliberados por el Consejo de Ministros, acordados mediante Real Decreto firmado por el Rey y publicados en el BOE. Aunque no existe ninguna norma legal que obligue a llevarlos a cabo, todos los gobiernos han respetado este tradicional perdón.
Este año se han indultado a cuatro presos a petición de las cofradías de Semana Santa, a quienes se anulará la pena que tengan pendiente. Tras la puesta en libertad de los reclusos, las cofradías les invitan a vestir el hábito de la cofradía y a participar en alguna de las procesiones llevando alguno de los pasos.
¿De dónde viene la tradición de indultar en estas fechas?
Se trata de una tradición arraigada en España de la que algunos sitúan su origen en la llamada Ley del Perdón del Viernes Santo de la Cruz, proclamada en Valladolid en el año 1477 por Juan II de Castilla, donde se establecía lo siguiente: “todos los perdones que nos hubiéramos de hacer en cada año se guarden para el Viernes Santo de la Cruz”.
Existe otra versión que sitúa el origen de la tradición en el año 1759 bajo orden real de Carlos III. En aquel momento, una epidemia de peste azotaba a la población malagueña por lo que se decidió suspender las procesiones. Ante la noticia, los presos solicitaron sacar la la imagen de Jesús el Rico aludiendo a su devoción por ella. La petición fue denegada lo que provocó un motín que permitió que los presos pudieran escapar y pasear la imagen por las calles de Málaga. Cuando terminaron su recorrido, volvieron a prisión voluntariamente. La leyenda cuenta que tras esta procesión, la peste desapareció. Conmovido por la historia, Carlos III concedió a la cofradía el derecho a indultar a un preso cada año. La tradición se ha extendido por toda España y se realiza desde entonces.
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